En la década de los 80 hasta el 2000, se ha ido construyendo un significado de la chicha de contenido negativo que ha servido para calificar a todo tipo de situaciones que se vincula con la transgresión, fuera de lo establecido, mal hecho o informalidad. De tal manera que el término chicha fue adquiriendo un valor de contenido negativo.
Veremos que ha sido frecuente, aún lo es, leer y/o escuchar de algunos analistas políticos y especialistas, sobre todo en los medios de comunicación, el término `chicha' asociado a todos los ámbitos:
- El económico ("economía chicha", "crédito chicha", "presupuesto chicha", "tren chicha", "modernidad chicha")
- El político (un "presidente chicha", "constitución chicha", "alcalde chicha", "sendero chicha", "parlamentaria chicha", "partido político chicha")
- Lo social ("organización chicha", "asamblea chicha")
- El cultural ("es una creación chicha", "colores chicha")
- El espectáculo (animadora chicha, vedette chicha, programa de espectáculos chicha)
- El deportivo ("Alianza Lima fue una estridente chicha sin compás, monótona y sin ritmo"). - La arquitectura ("arquitectura chicha", "casa chicha", "diseños chicha")
-Lo cotidiano y coloquial ("nada que ver con cosas chicha", "estas pura chicha")
Y así, podemos seguir encontrando o inventando más asociaciones con el término chicha (la revista Perú paz calificó al Perú "1994 ha sido un año chicha en el Perú"; "...este Perú profundamente corrupto y chichero y laxo y desarreglado", Abelardo Sánchez León, revista Quehacer.) pero siempre con ese sentido negativo que se la ha encajado.
Actualmente, en el año 2000, En este contexto, marcado por un polarizado ambiente político se ha vuelto encontrar calificativos como: "elecciones chicha", "parlamentarios chicha" o tránsfugas, "diarios chicha", "presidente chicha", "política chicha"; siempre con ese signo negativo. También dentro del quehacer del mercado: "El "achichamiento" del mercado y el marketing peruano" (Gestión, 30 de julio, 2000).